13 de junio de 2013

"Era la playa más fea del mundo."

Esta entrada debía haber sido publicada el pasado dia 6 de Junio. Sin embargo, dificultades meteorológicas y falsos informes de un agente infiltrado en nuestro aparato de inteligencia ha retrasado la operación de forma significativa.


Dentro de las barcazas de desembarco, los hombres se apretujaban y se sacudían por el efecto de las olas. Si a eso se le suma el nervio y ansia previos a la batalla, más un contundente desayuno de batalla a base de huevos, tostadas, y café, uno puede hacerse a la idea de con qué estómago habrían de enfrentarse al terrible infierno que les esperaba en las playas.




-Gestando "Overlord".
Durante mucho tiempo, el Alto Mando Aliado había estado preparando aquel día con meticulosidad. Pero si iba a ser difícil la enorme tarea de coordinación y logística inmanentes a una invasión a escala continental, más lo había sido la puesta en común de puntos de vista totalmente divergentes entre las cabezas pensantes de las fuerzas aliadas. Por un lado, los británicos se empeñaban en establecer el principal frente de batalla en África antes de pasar a Europa. El propio Winston Churchill, que veía el Mediterráneo como el escenario clave (planificó el fracasado desembarco en Anzio por parte de una combinación de tropas de los E.E.U.U y británicos)  proyectó la Operación Gymnast como plan de desembarco en el Norte de África (este plan al final se llevaría a cabo como Operación Torch, en 1942). El Primer Ministro Británico luego encontraría más apropiado desembarcar en los Balcanes, a fin de colaborar con los rusos en el frente del este (este otro plan no se llevaría a cabo, aunque sería utilizado como falsa bandera a fin de despistar a los servicios de inteligencia del Reich). Por otra parte, los estadounidenses, como bien se reflejaba en los dilemas del propio Eisenhower, abogaban más por establecer el frente en el extremo oriente: centrado también en una combinación de esfuerzos británico y americano que asegurasen las posiciones en el continente asiático (India, Birmania, Singapur y las Indias Holandesas), se daba por sentado que la victoria sobre Hitler pasaba antes por la derrota militar de Japón (inversamente a lo que ocurriría realmente). Ciertamente, el cariz que las cosas tomaban en el Pacífico iba a ser uno de los elementos que más preocupasen a los estadounidenses, y que les llevaría a preguntarse si una invasión a gran escala en Europa era algo viable y, sobre todo, si tenía garantías de éxito. 

Era difícil que el plan de invadir Europa generase simpatías: los alemanes habían convertido Europa en un terreno favorable para ellos mismos, y heridas como la de Dunkerke aún eran un lastre en la moral del diezmado ejército británico, capaz sin duda de plantar cara en la guerra defensiva, pero mutilado para el ataque directo. La intervención americana en la guerra suponía un alivio en este sentido y una posibilidad de poner las tornas a favor, pero estos tampoco parecían capaces, en principio, de ser una solución real a la hora de lanzarse sobre Europa. Como se ha dicho, su mayor preocupación era el conflicto con Japón, lo que planteaba serios problemas de capacidad logística, ya que apenas contaban con flota suficiente como para mantener controladas las aguas del Pacífico y del Atlántico Norte de forma simultánea, menos aún para asegurar el desembarco de un contingente armado de la envergadura que requería una operación como aquella . Sus anfibios y su fuerza aérea apenas daba a basto en los archipiélagos del Pacífico.

Roundup iba a ser el germen de Overlord, el nombre que finalmente recibiría el desembarco de Normandía del 6 de junio de 1944. Estaría acompañada de una operación previa, la Bolero, consistente sencillamente en el acantonamiento gradual de fuerzas en las costas inglesas, así como de la Operación Sledgehammer, destinada a desembarcar un determinado número de fuerzas extra en Francia si el frente ruso, en algún momento, se desmoronaba, pero este último punto fue abolido y sustituido por la ya citada operación Torch en África...

Junto a los preparativos de la invasión de Normandía, otras maniobras paralelas serían llevadas a cabo a fin de confundir a los alemanes: operaciones tales como Fortitude (destinada a hacer creer que le desembarco aliado se llevaría a cabo en Calais) o Bodyguard (que presentaba la posibilidad de un desembarco en los Balcanes para crear un frente común con el Ejército Rojo).

Irónicamente y sin saberlo, Alemania había contribuido con un granito de arena a su propia derrota y a la creatividad estratégica de los aliados. Esa contribución involuntaria se llamaba Albert C. Wedemeyer, quien se había licenciado en la misma Kriegsakademie alemana a finales de los años 30, y que ahora usaba el propio método alemán de hacer la guerra contra sus antiguos compatriotas. Wedemeyer abogó, con éxito notable, por una estrategia de rearme a una escala sin precedentes, confiando en la superproducción de material militar en el centro de los países aliados de la misma forma en que lo hacía el Reich.  complementariamente a esto, Wedemeyer también definió la forma que habría de en el propio mapa de batalla, y esta era la de una blitzkrieg, como la que había llevado a los ejércitos nazis a dominar el continente europeo. Overlord tenía que ser una punzada directa y contundente sobre Europa Central;  un disparo al corazón de Alemania.


-"Garbo" y "Fortitude".
"Garbo".
Antes de que se disparara un solo tiro en las playas de Normandía, numerosos efectivos libraban ya una guerra en silencio. Los espías de las naciones implicadas eran una baza fundamental. Siempre lo habían sido a lo largo de la Historia, pero en la Segunda Guerra Mundial dejarían una huella notable. Y en ese legado de la guerra de secretos y contrasecretos, de trampas y enigmas, un nombre destacaría: Garbo, de nombre real, Joan Pujol García, un superviviente de la guerra civil en España que había desarrollado una profunda aversión hacia los totalitarismos y logró establecer una red de contraespionaje al servicio de Gran Bretaña, cuyo mayor éxito consistió en hacer creer que el desembarco aliado se llevaría a cabo en Calais, por parte de un ejército fantasma comandado por Patton (a quien el  Alto Mando Aliado sacrificó en favor de la treta).




La confusión establecida por estas operaciones de distracción dieron su fruto: los alemanes esperaban una intervención aliada en cualquier parte, salvo en Normandía. Cuando se produjo en este punto, siguieron creyendo, gracias al embuste, que se trataba de una maniobra de distracción. El éxito de la Operación Overlord se debió, sin duda, a las tretas de los servicios de inteligencia aliados y a la tendencia del propio Hitler y de algunos de sus mandos de subestimar las posibilidades de cualquier ejército que desembarcase en Francia. Una vez se produjo el desembarco en Normandía, pretendió que había que considerar a los contingentes que desembarcaban y ganaban posiciones de forma vertiginosa en las costas de Francia, no como un ejército de invasión, sino como la última presencia enemiga presente en Europa occidental... cometió el error de llegar a creerse él mismo ese ingenioso eufemismo. 



-El vuelo de las águilas.
 Los paracaidistas serían a la imaginería de esta Segunda guerra lo que los propios pilotos de la aviación lo fueron a la de la Primera. Sobre Francia, los aliados lanzarían a los integrantes de la 82ª y de la 101ª aerostransportadas de los Estados Unidos, así como los de la 6ª y la 1ª del ejército británico.




El objeto de lanzar a  efectivos tras la líneas enemigas la noche antes del Día-D obedecía a un planteamiento estratégico elemental: cortar las rutas de suministro y de refuerzo del enemigo asegurando los caminos y poblaciones cercanos a la costa; en otras palabras, establecer lo que se conoce como una "cabeza de puente". Pero lo imprevisto ocurre... y es muy difícil coordinar un salto de semejante envergadura. Aquellos aviones que no fueron derribados por las defensas antiaéreas, erraron el rumbo o la distancia a la que debían arrojar a sus "paratroopers"; no pocos sufrieron graves lesiones o incluso la muerte al aterrizar sin apenas tiempo para desplegar su paracaídas; otros aparecieron en lugares dispersos, completamente apartados de los lugares en los que teóricamente deberían haber ido a parar. Quizás los que peor parados salieran del salo fueran aquellos que cayeron en medio de la presencia enemiga, como ocurrió en los puentes sobre el Douve, donde los alemanes practicaron el tiro al plato a la luz de un incendio provocado por ellos mismos para delatar la presencia de los hombres que saltaban desde los aviones. Lo mismo ocurrió en Sainte-Mère-Église, donde uno de los paracaidistas, John Steele, sufrió las consecuencias de quedar enganchado accidentalmente a uno de los pináculos de la iglesia y fue hecho prisionero por los alemanes.



Monumento al paracaidista accidentado de Saint-Mère-Église.

Pero no se puede decir que la fase aerotransportada fuese un fracaso. En algunos casos se logró asegurar puntos estratégicos del mapa de batalla o retrasar de forma significativa el avance enemigo, evitando que reforzaran las playas en las zonas críticas del desembarco. En otros, se dio lugar a capítulos de auténtico  heroísmo, como sucediera con un tal sargento Harrison Summers, que tomó, prácticamente solo, -como si se tratase del protagonista de un shooter-, el conjunto de edificaciones rústicas que comprendían la llamada posición WXYZ, una base de artillería alemana que debía ser neutralizada por su regimiento.


-El Muro Atlántico.
Aunque aquella mañana del 6 de junio la atención alemana sobre Normandía era la mínima, la defensa de la costa atlántica en conjunto no se había descuidado. Durante 1942 y 1944, una línea de defensas fortificadas había sido alzada a lo largo de toda la costa atlántica Europea, desde los Pirineos hasta las playas de Escandinavia, si bien algunos puntos gozaban de mayor impenetrabilidad que otros, lo cierto es que los alemanes lo habían hecho a conciencia. En las fechas de la invasión, el encargado de su defensa no era otro que E. Rommel, El Zorro del Desierto. Este se preocupó de dotar a las defensas de una mayor solidez, pero los precipitados preparativos no legarían a tiempo: en Normandía, los cañones pesados no contarían con las defensas de hormigón previstas, y debían contentarse con búnkeres sin techo o zangas en el suelo; además, no eran posiciones móviles.



Una serie de bombardeos, primero de la RAF, en la madrugada del 6 de junio, y luego uno a primera hora de la mañana por parte de los bombardeos de la 8 Fuerza Aérea de los E.E.U.U, destinados a reducir de forma significativa la capacidad defensiva de los alemanes. Pero apenas sirvió de ayuda el despliegue de las mil fortalezas volantes, porque las bombas cayeron tierra adentro y apenas dañaron las posiciones del Muro Atlántico en Normandía, al igual que el bombardeo de "neutralización" disparado por los enormes cañones de largo alcance de la flota estacionada en alta mar.

Lancha de desembarco en "Omaha".
-Las playas.
Omaha fue la playa más difícil de tomar, con un acantilado que la convertía en un reducto impenetrable defendido por la veterana división 352ª de infantería alemana. Costó más de seis mil bajas y algo más de quince mil heridos a los estadounidenses. Juno, en lo que concernía a los canadienses, también fue un hueso duro de roer, defendida con uñas y dientes por la 716ª división. En ella, los canadienses exorcizaron sus fantasmas de el Dieppe, el fracasado desembarco de 1942 que les costó casi un millar de muertos, el doble que a sus aliados británicos.

Canadienses desembarcando en "Juno".

En "Golden Beach", los británicos tuvieron que medrar con las posiciones alemanas atrincheradas en Sin embargo, la 50ª División de Infanteria de Northumbria logró sobrepasar el obstáculo al precio de no pocas bajas, logrando alcanzar, tierra adentro, las afueras de Bayeux en su avance hacia el final del día.

En Pointe-du-Hoc, el batallón Ranger tuvo que superar una pared natural casi vertical de 30 metros que aislaba a las defensas enemigas del fuego de los invasores.

Utah sería, comparativamente, la playa que menos factura pasaría al contingente de los 23000 hombres destinados a tomarla, pero eso que no se lo digan a los 200 hombres que cayeron allí.


Pointe-du-Hoc en la actualidad.

Tras la creación de la cabeza de playa, al fin fue posible establecer un punto desde el que llevar a cabo el grueso de la invasión. Con el establecimiento del Mulberry Harbour británico el día 9 -un muelle prefabricado para asegurar el paso de suministros desde el canal-  los aliados conocerían un avance prácticamente imparable, aunque la suerte aún no estaba echada. La 21 división Panzer trató de romper las lineas entre Utah y Sword, llegando hasta el en su movimiento de penetración, pero el mismo día fueron rechazados por la resistencia de las armas antitanque de la infantería y por la presencia de la aviación aliada.
Como fuera, los aliados aún no habían conseguido todos sus objetivos: en principio, tras la toma de las playas, se había esperado que los efectivos desembarcados tomaran también Bayeux, Caen, St. Lô y Carentan... al final del día 6 estas poblaciones seguían en manos alemanas.
La invasión de Francia había comenzado.